miércoles, 26 de julio de 2017

El podólogo y el deporte: ¿una relación incierta?

Escribo estas líneas después de leer un artículo de prensa que firma el deportista profesional Pedro Cifuentes con el título "Por qué las plantillas de Messi se hacen a mano y las de CR7 las fabrica un robot". Como subtítulo aparece el siguiente texto "La podología deportiva ("mucho más que uñas y callos") experimenta un tardío 'boom' en pleno debate sobre el uso de la tecnología y las plantillas en las botas para evitar lesiones". Este artículo se puede leer en "El Español" y fue publicado el  27 de junio del presente año.

Me ha gustado leer el artículo porque trata cuestiones relacionadas sobre el ámbito de la podología con opiniones y testimonios de podólogos que trabajan o han trabajado en clubs de fútbol de primera división y otros deportistas profesionales.

Algunas de las ideas extraídas del mensaje pasan por el método de fabricación de las plantillas (el sistema 3D o CAD-CAM frente a otros sistemas no automatizados como por ejemplo la toma de moldes para adaptar sobre los mismos el material que conformará la plantilla), por el papel del podólogo en el cuerpo sanitario que cuida de los deportistas -léase fisioterapeuta y médico- o la relación que se establece por parte del común de los mortales de la plantilla y el podólogo. Lo siento, no me he explicado bien: si vas al podólogo vas a salir con plantillas. 

Y ha habido una pregunta que me ha gustado, así como de reflexión profesional: "¿Por qué continúan habiendo lesiones con tanto nivel de sofisticación?". Se refiere al hecho de concebir y fabricar la plantilla con el método 3D comentado en el párrafo anterior.

Y me ha gustado porque yo me hago una pregunta similar. ¿Por qué es diferente (o ha de ser diferente) abordar un problema de los pies en una persona que no se dedica profesionalmente al deporte respecto a una que sí lo hace? En mi opinión no deja de ser una persona que presenta un problema. Dicho esto, sí que ha de subrayarse un hecho fundamental: las necesidades mecánicas del pie de un deportista. O lo que es lo mismo: ¿está igual de trabajado el pie de un deportista profesional que el de un amater o el de una persona que practica deporte según sus posibilidades y cuando puede? Por supuesto que no. Y a partir de aquí, ¿la terapéutica debería ser la misma? Mi respuesta no es ambigua aunque lo va a parecer: sí, y no.

Los argumentos a favor del sí: se explora lo mismo aunque se diga de diferente forma (me refiero a los test que se puedan realizar). Se llega al mismo diagnóstico. Y se llega a la misma propuesta terapéutica. Una fascitis plantar, un espolón de calcáneo, una sobrecarga metatarsal....son los mismos problemas que puede sufrir otra persona. Y el planteamiento terapéutico va a ser el mismo, cambiando solamente la elección de los materiales y, quizás, su colocación para conformar la plantilla. 

Los argumentos a favor del no: el modo de andar es el mismo para todos los perfiles del pie dentro de su respectiva categoría. Los pies planos se mueven igual. Los pies cavos se mueven igual. Los pies fisiológicos se mueven igual. Y así podemos estar hasta que nos cansemos. Ahora viene lo diferente: cada disciplina deportiva posee una mecánica concreta y el pie responde como puede a la misma. No va a ser lo mismo salir a andar a ritmo que uno se asfixie (eso se dice cuando la finalidad es perder peso y hacer trabajo cardiovascular) que correr una maratón, ni incluso jugar un partido de baloncesto cada semana. Ahí viene la diferencia. Entonces desde este punto de vista, la terapéutica no es la misma. 

Pero no es la misma desde el punto de vista de la concepción del tratamiento ortopodológico, como así venimos en llamarlo quienes nos dedicamos a tratar con los pies de tú a tú, y plantillas para el resto de mortales. Hablo de materiales diferentes para áreas diferentes del pie que tienen funciones diferentes y que según lo que se quiera conseguir generará  combinaciones diferentes.

Después entramos en un tema más gordo y peliagudo. La innovación y las tecnologías al servicio de la terapéutica en podología. No es que haya de hacerse caso al dicho "cuanto más azúcar más dulce", sino que cuanto más se quiere controlar el movimiento anormal que genera lesiones más se ha de acudir a la tecnología. Y en eso no hay discusión posible desde mi punto de vista. Y que conste que no soy de los que miden los grados de cada movimiento ni hacen valoraciones milimétricas con sensores. Pero admito que cuanto más específico se quiere ser, más hay que recurrir a esto. Pero la pregunta es: ¿si no me lo hacen así no me lo están haciendo todo lo bien que se debería? No tengo respuesta para ello. Deberíamos hacer un estudio experimental a doble ciego para comprobarlo. Lo que sí tengo claro es que en ocasiones se le da mucha importancia a cosas que son simples.

Con ello me refiero a la forma en la que se trata a los deportistas profesionales, especialmente a aquellos que solo con levantarse de la cama ya tienen sueldo suficiente para vivir la vida más de lo que debieran (dejémoslo así). Cada vez que he asistido a algún congreso de podología y se ha abordado la podología deportiva tengo la sensación de entrar en otra galaxia. Y empezamos con el vocabulario para referirse a los jugadores: los cracs. A lo que yo respondo: los catacracs. Cuando tratas a una persona así, como un crac, algo no va bien. Entonces cuando hablan algunos compañeros que trabajan en equipos deportivos sobre la cuestión que nos ocupa me entra el miedo. Me doy cuenta de que no tengo ni idea de cómo tratar a un deportista profesional. Y después resulta que observas la exploración que se les realiza para llegar al diagnóstico que explique cuál es el problema o cuál será el problema futuro y resulta que digo: "pues anda, no voy tan desencaminado. Eso es lo que hago yo con mis pacientes "de andar por casa". 

Para ir concluyendo en mi opinión todo se puede hacer en la justa medida. Yo también tengo plataforma de presiones para comprobar si la zona que molesta es la que recibe más presión y para ver cómo va el centro de gravedad. En la práctica la uso pocas veces. Pero la uso. Adapto tratamientos ortesis plantares -plantillas- mediante TAD (Técnica de Aplicación en Directo). He visto cómo se trabaja mediante CAD-CAM y he dedicado todo un programa a ello con mis colegas y amigos de Málaga Iván Cristal y Noelia Pérez. Incluso les he solicitado una ortesis a ellos cuando mi método no ha surtido el efecto deseado. Y la verdad, no me va mal para diagnosticar y tratar. Me sorprende y alegra al mismo tiempo el márqueting generado entorno a la cuestión. Creo que puede hacerse más y con mayor pedagogía.

Y ya de paso animo a los responsables de todas las entidades deportivas sea cual sea el nivel y la disciplina a que tengan en consideración al podólogo. En muchas ocasiones existe una brecha complicada entre lo que se le dice y hace a los deportistas cuando se habla de pies. Y lo digo por experiencias propias y ajenas. Por tanto, sí al equipo multidisciplinar incluyendo al podológo en los casos en los que se vea involucrado el pie de forma directa o indirecta. El tandem fisio-osteópata-médico-podólogo funciona(ría) a la perfección y el gran beneficiado sería la persona que precisa la atención, sea deportista o pescador.

Finalizo con esto: ayer un señor de Zaragoza (creo recordar) vino con su mujer para conocer una segunda opinión. Me conocen por las revisiones que hago de forma desinteresada  a los niños que participan en el Campus Internacional de Fútbol de Peñíscola Pichi Alonso, entre ellos a su hijo. En total son unos 90 niños. Pues bien este señor tiene un problema de fascitis plantar crónica y calcificación del tendón de Aquiles. Está siendo tratado por su fisioterapeuta y por su podóloga con unas plantillas. La evolución es favorable aunque tiene alguna duda respecto a todo. Así que solamente me limité a escucharle y a explicarle cosas durante casi 30 minutos.Al finalizar nuestro tiempo de reunión me dijo estas palabras (si no las recuerdo mal): "da gusto poder hablar con alguien".

¿Qué quiso decir este señor? Voy a dar mi opinión al respecto: nos limitamos a hacer la anamnesis (el tercer grado al que sometemos a nuestros clientes) pero la centramos en cosas técnicas en la mayoría de ocasiones. Quizás debiéramos aprender a escuchar y dejar hablar. Y después a otra cosa que en la facultad pocas veces nos enseñan: a saber explicar. 

Para mis colegas: ¿cuántas veces has invertido el tiempo necesario para explicar qué sucede de forma comprensible usando los recursos necesarios?

Para los usuarios del servicio de podología (iba a escribir nuestros clientes pero suena muy mercantilista): ¿cuántas veces te han explicado con pelos y señales qué te sucede, por qué y cómo solucionarlo?

Reflexionemos por favor. Se puede usar todo. Escuchemos y expliquemos. Y seleccionemos la mejor opción terapéutica junto a quien lo sufre.