martes, 22 de agosto de 2017

¿Salir a andar en verano con sandalias o chanclas?

El mes de agosto ya toca a su fin y se podría pensar que el verano ya está acabando, pero todos sabemos que todavía queda calor por sufrir. Y ello sirve también para decir que a las chanclas y sandalias todavía les queda tiempo para relacionarse con los pies.

Salir a andar puede leerse en clave "salgo a dar una vuelta", principalmente por la noche, y "voy a andar", principalmente por la mañana y, si puede ser, antes de que el sol empiece a calentar. Y además muchas veces se da la circunstancia de que verano y tiempo libre es sinónimo de "voy a hacer lo que no hago normalmente". Y claro los pies hacen acto de presencia y le dicen a nuestro cerebro: oye, que ya no puedo más. ¡Un poco de por favor!

Bromas a parte planteo la siguiente cuestión: ¿es viable ir a andar con el zapato de ir a la playa? Y la la respuesta que planteo es clara. Por poder.., puedo. ¿Pero debo?

Esta semana he tenido la oportunidad de explicarle esto mismo a una señora italiana y a su marido. Ellos, que están de vacaciones, me han contado que le han dado a los pies unos cuantos días y que el pie izquierdo se ha calentado bastante. Además nota los latidos del corazón en un punto determinado, debajo del segundo dedo. Y para colmo como le molesta el apoyo tiene que hechar mano de la postura antiálgica. Bueno, esto último se lo he dicho yo en mi italiano españolizado. Y su respuesta ha sido afirmativa.

Este es el estado de su pie. Se observa color rojo debajo del segundo dedo más o menos, en lo que como podólogo he de decir que se localiza la cabeza del segundo metatarsiano, uno de los cinco huesos largos que tenemos en el pie que conforman el conocido "metatarso". En segundo lugar se ve que la señora le ha dado a la cuchilla para quitarse piel y lo ha hecho a medias. Ha a purado mucho en el centro y ha dejado piel en los alrededores. Error. Es lo que tiene no saber para qué sirve una dureza y lo que sucede cuando uno se pasa cortando. Finalmente cuando se le palpa el dolor lo tiene localizado justo por delante del círculo marcado en verde, que corresponde a la susodicha cabeza metatarsal. Es decir, se trata de un dolor antecapital. Después volveré sobre esta imagen.


Al preguntarle por el calzado que ha mudado sus pies para afrontar la caminata su respuesta ha sido medida: "estas chanclas". No se puede negar que son muy monas, con esa bisutería adornando las tiras. Ahora, de funcional, nada de nada. Ni para ir a la playa. ¿Motivo? Primero, no están sujetas al tobillo, algo que suele ir bien para que al andar el pie y el calzado formen la pareja perfecta. Segundo, ¿un anclaje entre el dedo gordo y los restantes? Si lo que se quiere es provocar heridas y resecar la piel, perfecto. Y tres: que alguien me diga que los anclajes de las dos tiras a ambos laterales del calzado le molestan. Provocan presión en el apoyo, anque pueda ser más o menos leve.




Llegados a este punto vamos a criticar con fundamento y guardando las formas. Cuando se va a caminar la cadencia de pasos que mueve a nuestro cuerpo es tan perfecta que cualquier alteración de la mecánica va a hacer que nuestro pie se resienta. Es imprescindible que el calzado esté sujeto al tobillo, que esté anudado o fijado, y que la parte delantera puede doblarse. Y a ello sumarle suela de amortiguación. Vamos, lo que vienen siendo unas zapatillas de deporte para andar. Tan simple.

Volviendo a la primera imagen, la señora tiene a su favor que por lo menos la fórmula metatarsal está equilibrada: la línea pasa por todos los extremos de los metatarsianos, cuestión bastante importante para el correcto equilibrio de fuerzas en el pie.

Y bien, ¿qué solución se le puede dar a la señora, así, de urgencia? Donde haya presión, quitar presión. Un cut out. Simple. Usar calzado adecuado para andar y valorar la posibilidad de introducir la cuestión ortopodológica para evitar sobrecargas funcionales. Eh.., perdón. No lo he dicho: a parte de todo esto el pie de la señora tiene una limitación funcional del primer radio en la fase de despegue debido a que su primer metatarsiano, ese que se articula con el dedo gordo, se mueve mucho y provoca que la altura del puente descienda. En otro artículo explicaré con pelos y señales esto último.

Así que el tratamiento de urgencia para que pueda apoyar el pie a falta de confeccionar algo más serio ha pasado por dos etapas. En la primera he marcado el punto de mayor dolor en la chancla. Y en la segunda he colocado un trozo de fieltro de 4 mm de grosor en esa zona descargando el punto de dolor. Tan sencillo. ¿Por qué sufrir cuando se puede no sufrir? Es como circular en vehículo a más velocidad de la permitida sabiéndolo, sabiendo que te pueden multar y que te multen. Una tontería, ¿no?